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lunes, 28 de mayo de 2012

La avalancha

Como ya sabrán los que me siguen por Twitter he tenido la suerte de poder estar disfrutando del Sonisphere este fin de semana, y ciertas cosas que vivido allí me han motivado a escribir esta entrada. No se trata de una crítica musical a lo que allí ha pasado, eso se lo dejo a mi querida clockworkgirl que ya se ha ocupado de redactar las crónicas del viernes y sábado en su blog, lo que yo voy a narrar en esta entrada tiene más que ver con algo que pasó que me hizo pensar bastante, creo que es una bonita metáfora de lo que puede pasar en la sociedad actual.

El sábado era el día grande, con la esperada actuación de Metallica, por lo que muchos nos fuimos posicionando unas horas antes en la puerta de entrada para poder estar lo mejor colocados posible. Ya antes de que se abrieran las puertas había una sensación generalizada de que ahí podía pasar algo. Esa sensación la transmitía la verja que había cerrando el paso. Una verja de obra, apoyada sobre el suelo, compuesta por tres piezas que había que quitar a la vez de la manera más rápida posible antes de que la masa arramplara con todo. También transmitía esa sensación los tornos que había poco más adelante. Simplemente eran vallas a media altura alternas colocadas para fraccionar la masa al llegar allí. Pero lo que sobretodo transmitía ese mal rollo la masa de gente que había detrás, que cada vez que alguien de seguridad se acercaba a las vallas presionaba más hacia adelante, que veías que iban a provocar una avalancha en cuanto se abrieran "las puertas". El primer momento de tensión llegó cuando entre varios miembros de seguridad quitaron las vallas, los de adelante aun conseguimos mantener a la masa para que llegaran a quitar las verjas, pero sólo fue unos instantes, en cuanto había camino libre delante notabas cómo andabas al ritmo que te imponían los de atrás y sólo pensabas en no acabar en el suelo. Al llegar a los tornos la masa se paró los que iban primeros consiguieron pasar rápido, pero el resto quedó atrapado entre la presión de los de atrás, así que la seguridad intentó mantener tranquilizar la situación cerrando el paso y pidiendo calma. Miraba a mi alrededor y veía a mucha gente joven poco menos que escachada, que sus cabezas apenas sobresalían por encima de los hombros de los que estaban a su alrededor. Al final, conseguimos salir de allí, pasando de malas maneras los tornos, y deseando que nadie hubiera caído al suelo.

No sé si veis si de momento veis a dónde quiero llegar. Por un lado tenemos la organización, que son los que mandan, los que se ocupan de organizar a la masa, poner las normas y velar porque todo salga adelante, y por otro lado tenemos a la propia masa, compuesta por el resto. Estamos ante una situación provocada por una mala organización, por no haber desmenuzado a la masa antes de abrir las puertas, haciendo por ejemplo pasillos en zig-zag de entrada o colocando las verjas detrás de unos tornos y no al revés. En caso de haber ocurrido algo habrían sido culpados los responsables de hacer las cosas así, y yo pregunto ¿de verdad la culpa es de la organización? Sea cual sea la respuesta, deja en una situación nefasta a la masa. Porque si la respuesta es que sí, significa que dais por echo de que lo ocurrido fue causado por haber gobernado mal a una masa que no es capaz de hacer las cosas de manera correcta y civilizada por sí misma. Si la respuesta es que no, significa que culpáis a la masa de lo ocurrido, por no ser capaz de hacer las cosas de manera correcta y civilizada. Por lo tanto, sea cual sea la respuesta la conclusión es la misma, la masa no es civilizada.

Queda claro que necesitamos ser gobernados, pero no de cualquier manera, tenemos que ser gobernados de tal modo que tengamos la sensación de que las cosas están controladas (si la organización hubiera transmitido control no hubiera existido la avalancha), porque en cuanto somos conscientes de que existe el desgobierno, la masa se revela y actúa de manera incontrolada y violenta. Y eso nos lleva a la sociedad actual. Cada día que pasa la sensación de desgobierno crece, cada vez que toman una nueva decisión la masa está más intranquila, y como las cosas sigan así, puede que acabe por ocurrir una avalancha en este país, y si eso llega a pasar, más os vale no caer al suelo, porque seréis pisoteados.

P.D. Cuando hablo de la masa no me refiero a la de los 4 fantásticos, me refiero a un grupo muy numeroso de personas.

lunes, 21 de mayo de 2012

El universo Twitter

Llevo algo más de un año utilizando habitualmente Twitter, y este tiempo creo que ha sido más que suficiente para darme cuenta de que esto cada vez más se parece a un patio de colegio. Hubo una época que me parecía más una universidad, pero creo que es ser demasiado generoso, porque los comportamientos más reconocibles no se dan en ambientes con cierta madurez personal.

Antes de empezar, quiero que os trasladéis a esa época convulsa de nuestras vidas, en la que la mayor de nuestras preocupaciones era el examen del día siguiente, o bajar al patio antes que el resto de clases para adueñarte de la portería de fútbol, o simplemente conseguir el escalón a la sombra para comerte el bocadillo tranquilo. Twitter es como ese patio de colegio, en el que ibas a desconectar, a aprovechar al máximo el tiempo de libertad que tenías y en el que acababas interaccionando con tus compañeros. Hacías tus grupos de amistades con los que hablabas de el examen de esa mañana, de los tazos que te habían tocado la tarde anterior en la bolsa de Matutano o te dedicabas a jugar sin importarte nada.

Entre todos estos grupos siempre había alguno que destacaba por encima de los demás por algún motivo. Así que dejando a un lado los grupos de chavales pasando el rato, voy a entrar a enumerar los más reconocibles. En primer lugar estaban los chicos guays, generalmente compuesto por los mayores. Iban a su aire y soñabas con llegar a ser como ellos, mayor, respetado, temido o admirado. Si conseguías entablar conversación con ellos, o jugar a algo, era todo un logro que había que recordar durante un tiempo, porque eran seres inaccesibles, personas que todo el patio se conocía sus nombres y sus caras y tú querías ser uno de ellos. ¿no os recuerda a algo?
Luego estaban los que se creían guays, iban de duros por la vida, soltando mamporros a todo aquel que consideraran inferior (eso sí, a los mayores ni mirarlos no fuera a ser). Se sentían los reyes del mambo, cuando en realidad no único que tenían era una esquina del patio para ellos solos a la que nadie se acercaba porque no querían saber nada de ellos. ¿No vais poniendo caras?.
Por otro lado estaban las guarrillas (en mis tiempos este grupo aparecía en 1º o 2º de la ESO). Que eran esas chicas que sabías que se dejaban tocar teta, pero no por ti, sino como poco con los de su edad. Ellas eran conocidas no por aquello que decían, ni por sus notas, sólo eran aquellas que se dejaban meter mano.
Como en todo buen patio de colegio no pueden faltar las seguidoras del fenómeno fan de turno, que se pasan el tiempo comentando la superpop, pegando fotos en su carpeta y cotilleando sin parar. Se creían que sus ídolos iban a perdurar por siempre, estaban dispuestas a ir a donde fuera, si con ello podían ver pasar un mechón de su ídolo a lo lejos.
Y por último estaba el grupo de los majos. Eran aquellos chicos y chicas que les caían a todos bien (bueno, generalmente a todos menos a los malotes). Solían ser graciosos y no te miraban con aires de superioridad, estaban ahí, felices en su mundo, sin molestar a nadie. Eran aquellos que al final todos recordaban de un modo u otro.

Todos estos grupos quedan reflejados a la perfección en Twitter, incluso me sorprendería que al leer su descripción no hayáis pensado en más de un usuario que conoces o que sigues. Y la verdad, es que dentro de lo que es la idiosincrasia del ser humano, es muy normal que todos estos se reflejen en Twitter, ya que esta al fin y al cabo es una red social hecha por personas.

Pero me queda un grupo por poner, que está representado en Twitter, y al que pertenecen usuarios de la mayoría de los grupos que he descrito, pero que no soy capaz de identificar en un patio de colegio. Pero como quiero seguir con el mismo símil voy a explicar cómo sería ese grupo en un recreo. Sus miembros son personas cargadas de una superioridad moral tal que se encuentran por encima del resto, nadie es más que ellos, ya que ellos son los elegidos. ¿Su labor? Guardar por el buen uso del patio de recreo. Estas chicos se acercan a los demás mientras juegan y les imponen cosas como "esta esquina no es para sentarse, es para saltar a la comba". Son capaces de imponer algo a los demás, y cuando les reprochan contestar "perdona, pero a mí nadie me dice cómo tengo que comportarme". Han llegado al extremo de acercarse a todos los corrillos y vigilar de que nadie cuente un chiste de otro a menos que primero digan de dónde lo han sacado. Y si el chiste es original, como le caigas mal, te dirán que para contar esa mierda de chiste mejor que te quedes en tu casa. Si les recuerdas algo que han dicho, y que incumplen, no suelen dignarse en contestar, se limitan a ignorarte de por vida. Crean listas de personas non gratas a las que hay que repudiar y marginar, porque sus normas así lo dicen. Alguno me dirá que sí que existen, que son el típico cabecilla que había en todos los grupos, y parte de razón tienen, con la salvedad de que esos cabecillas se limitaban imponer normas a sus grupos, y los de Twitter se dedican a hacerlo a los demás.

Lo que no entiendo de este grupo es la actitud y esa superioridad moral, pueden quejarse de lo que les venga en gana, denunciar los usos que más rabia les de, discutir con otros usuarios, pero no puedes decir "esto no funciona así" para 10 minutos después escribir "a mí nadie me dice cómo debo usar mi cuenta". No puedes burlarte de los que te escriben "me aburres, unfollow" para acto seguido poner, "eres un pesado, block". Creo que es consecuencia de creerse alguien importante, y si queréis mi consejo, si este último párrafo os ofende, es posible que debáis reflexionar de porqué lo hace.

viernes, 18 de mayo de 2012

La importancia de una pregunta

Después de estos días de recuerdos sobre el 15M y cómo funcionó, he hecho una reflexión interna de cómo se hicieron las cosas. Uno de los pilares del 15M residía en la participación ciudadana, y para ello se les transmitían preguntas, para nutrir al movimiento con sus respuestas y convertir a estas en su manifiesto. El problema es que surgieron sectores que determinadas respuestas las consideraron amenazas, cuando en realidad el problema no era lo que unos exponían, el problema era lo que se preguntaba.

Se ha criticado mucho la lentitud en la toma de decisiones del 15M, y esta se ha justificado diciendo que es difícil conseguir consenso en aspectos tan controvertidos, y más, cuando los grupos son tan numerosos. Y sí que es difícil lograr esa unanimidad al tomar una decisión, sobretodo cuando los asistentes tenían ideologías tan variadas. Pero más lo es aun si no se hacen las preguntas correctas. Es muy idílico pensar que si preguntas al pueblo te van a dar respuestas, en realidad lo que te dan es problemas, y uno de los grandes fallos de las asambleas ha sido dejar de lado los problemas para buscar soluciones, cuando en realidad las soluciones estas se encontraban implícitas en los problemas.

Por exponer la idea de una manera muy simple, si yo a 10 personas les pregunto "¿qué día quedamos para comer?" me van a dar 10 respuestas totalmente distintas, desde un "el lunes me va bien" a un "quedar y me decís". Sin embargo, si a esas 10 personas les dices "¿qué día no podéis quedar?" podrás determinar una fecha concreta en la que una mayoría podrá asistir. Este ejemplo es bastante claro de cómo encontrar la solución en las propias respuestas de la gente si haces la pregunta adecuada.

Lo mismo pasa en un grupo de debate, si la pregunta es "¿cómo salimos de la crisis?", cada uno te dará un modo diferente, siendo además estas alternativas en muchos casos imposibles de llevar a cabo, sin embargo, si a ese mismo grupo les preguntas "¿por qué estamos en crisis?" te van a contar problemas reales, consecuencias que han sufrido ellos o sus allegados, te van a entregar el punto de partida, porque te están diciendo las cosas que hay que solucionar, y una vez recogidas todas, puedes quedarte con aquellas que más veces se repiten o que tienen consecuencias que afectan a más personas, y una vez hecho eso se las presentas a 5 licenciados o trabajadores de ese campo, y les preguntas de qué modo solucionarían esos problemas y porqué. Una vez que tienes esas respuestas las expones, las sometes a debate y cuestionas en qué no están de acuerdo (no queremos saber que están de acuerdo, si no lo estuvieran no estarían allí), y así consigues llegar a unas soluciones fundamentadas en acciones concretas y reales.

Algunos me diréis que esa forma de hacer las cosas va en contra de los principios del 15M, porque es imponer el criterio de 5 personas ante las opiniones de todo un movimiento, pero en realidad es una forma de actuar mucho más democrática y sensata. El mejor ejemplo que se me ocurre al respecto es una obra. Las asambleas son como los abuelos que se pasan el día observando tras la valla cómo se hacen las cosas, y comentan que si el agujero es poco profundo, que si están echando mal el hormigón, o cosas por el estilo. Además dan hasta argumentos tan sensatos que a uno le parece que tienen toda la razón, aunque en realidad no tienen ni idea de qué están hablando. Por otro lado tenemos a los participantes con experiencia previa, en muchos casos con posiciones bastante radicales y que proponen acciones claras para llevar a cabo, ellos serían los instaladores. Saben muy bien cómo funcionan las cosas, también saben cómo venderte el producto, y sobretodo saben llevarte al terreno que más les conviene a ellos, para colocarte algo que no querías y aun encima decirte que fuiste tú el que se lo pidió.
Sin embargo, cuando te vas a hacer una casa no vas a que te la diseñen esos abuelos, ni vas directamente a negociar con los gremios la construcción, en primer lugar vas a ver a un arquitecto para decirle cómo la quieres y en función de tus preferencias te la diseñe, después hablas con los ingenieros para que definan las instalaciones, y por último contratas a un aparejador para que te lleve la obra ¿y por qué hacemos eso? porque son gente preparada, que conoce la normativa, sabe calcular las estructuras e instalaciones. También controlan a los gremios, evitan que impongan su punto de vista para beneficiarse. De modo que al final consigues que esa casa sea como querías, sin llevarte sorpresas, sin que te cueste más de lo previsto. El dueño de esa casa sería el pueblo, el cual tiene claro qué es lo que quiere, lo único que necesita es que se le planteen formas de llegar a ese punto. ¿No es mucho más democrático hacerlo así? Al final obtienes lo que quieres, sin que te impongan formas radicales de llevarlo a cabo.

Si no os he terminado de convencer, expondré un último ejemplo mucho más breve, de las veces que habéis tenido una discusión de bar, ¿en cuántas ha surgido un experto en el tema?, de los de verdad digo, y de esas veces ¿cuántas habéis tenido que agachar las orejas porque sus argumentos eran tan razonados y lógicos que te has dado cuenta que tu postura era absurda?

Sé que muchos pensaréis que he simplificado las cosas, pero yo os pregunto ¿no seréis vosotros los que las complicáis demasiado?

jueves, 17 de mayo de 2012

Los banqueros

Recientemente me leí El Libro de Los Abrazos de Galeano (por insistencia de Clockworkgirl). Este libro fue editado en 1989, y el cual sigue teniendo historias totalmente actuales. De estas me guardé dos para compartirlas con vosotros, son breves historias que resumen bastante bien problemas que tenemos en la actualidad.

La historia que os muestro hoy habla de banqueros
La vida profesional/3
Los banqueros de la gran banquería del mundo, que practican el terrorismo del dinero, pueden más que los reyes y los mariscales y más que el propio Papa de Roma. Ellos jamás se ensucian las manos. No matan a nadie: se limitan a aplaudir el espectáculo.
Sus funcionarios, los tecnócratas internacionales, mandan en nuestros países: ellos no son presidentes, ni ministros, ni han sido votados en ninguna elección, pero deciden el nivel de los salarios y del gasto público, las inversiones y las desinversiones, los precios, los impuestos, los intereses, los subsidios, la hora de salida del sol y la frecuencia de las lluvias.
No se ocupan, en cambio, de las cárceles, ni de las cámaras de tormento, ni de los campos de concentración, ni de los centros de exterminio, aunque en esos lugares ocurren las inevitables consecuencias de sus actos.
Los tecnócratas reivindican el privilegio de la irresponsabilidad:
–Somos neutrales –dicen.

 Lo único que me queda por añadir, es que gracias a esta crisis los llamados tecnócratas empiezan a hacerse cargo también del poder.

martes, 15 de mayo de 2012

Mi experiencia en el 15M

Hoy os quiero contar una historia, mi historia en el 15M. Antes de empezar, quiero recordar que no creo en la objetividad, por lo que esta es mi historia, no tiene porqué ser la vuestra, y no tiene porqué ser única. Es posible que muchos no la compartáis, o no os la creáis, pero así es como la viví e intentaré contarla de la manera menos distorsionada que me sea posible.

Cuando todo empezó, cuando surgieron las primeras movilizaciones yo estuve expectante. Me resultaba muy interesante el planteamiento y sobretodo muy loables las reivindicaciones, pero vivía en una ciudad pequeña en la que no creí que fuera a surgir el movimiento. Por suerte me equivoqué, la gente salió a la calle, respondió, y tras la primera asamblea decidí que tenía que participar de aquello. Al día siguiente fui hasta la plaza a primera hora de la tarde, me acerqué a un grupo que estaba sentado en el suelo y pregunté en qué podría ayudar. Inmediatamente me ofrecieron sentarme, que me uniera a ellos y participara. Me explicaron que estaban organizando la asamblea de esa tarde, la cual la tenían ya planificada. Para ese día tenían pensado leer las conclusiones del día anterior y someterlas a debate. Para facilitar la participación colectiva se decidió que lo mejor era crear varios grupos de debate, en los que se tratara el tema y al final de la asamblea se expusieran las conclusiones. Así que nos pusimos a trabajar para tenerlo todo preparado. Unos se encargaron de imprimir las conclusiones del día anterior para repartirlas en la asamblea, otros de redactar y organizar el inicio de la asamblea, y otros (entre los que yo me encontraba) nos centramos en cómo llevar los grupos de debate.

Mi primer día me resultó gratificante, porque a pesar de no poder tratar todos los puntos previstos en el debate y a pesar de que la exposición de conclusiones se eternizó, se obtuvo mucha información interesante. Además al terminar algunos de los presentes se ofrecían a participar de manera más directa realizando labores como pasar a limpio las conclusiones del día para realizar las actas o ayudar organizando la acampada o los puestos de información.

Los días siguientes se prosiguió trabajando en los puntos de partida, los cuales se analizaban y se definían poco a poco. La idea inicial era conseguir unos puntos de acuerdo básicos, como por ejemplo es necesario mejorar el sistema electoral español, y una vez que todos quedaran definidos, analizar de qué modo se podrían mejorar, y por último de qué manera se podría llevar a cabo. Esto trajo consigo el primero de los problemas. Muchos de los que participaban todos los días se quejaban de que iban allí a hablar de lo mismo, que no se estaba avanzando. Y en parte tenían razón, no se ofrecían conclusiones, sólo resúmenes de lo hablado el día anterior y nuevas vueltas a lo mismo.

Para solucionar este problema se decidió mejorar el funcionamiento de la asamblea, para ello se creó la comisión permanente, en la que participaban miembros de cada uno de los grupos de trabajo (podía ser cualquiera), y estos marcaban la hoja de ruta y planteaban las cuestiones para llevarlas a asamblea, lo cual, generó el segundo de los problemas. Cuando se planteaban los pasos a seguir había quienes preguntaban que quién lo había decidido, que eso no se había planteado en asamblea y mucho menos se había aprobado. Entonces se les explicaba que había sido la comisión permanente formada por miembros de los grupos de trabajo y que cualquiera podía participar. Entonces volvían a la carga con que la asamblea general no había aprobado la creación de ese grupo. Todas estas susceptibilidades hicieron aparecer el tercer problema, la necesidad de debatir absolutamente todo. La situación llegaba a tal punto que me recordaba a los Ents del Señor de los Anillos.

Estos dos problemas generaban situaciones surrealistas. Una de las que recuerdo fue causada por una pancarta de grandes dimensiones que se encontraba presidiendo las asambleas y generó bastantes quejas de los asistentes. El motivo era que la pancarta estaba en contra del capitalismo y a favor del comunismo, y claro, muchos de los asistentes no se sentían representados por ella. Estas quejas llegaron a las personas que la pusieron, y se dieron cuenta de su error, en un movimiento integrador no puedes poner mensajes excluyentes en esa posición tan importante, así que decidieron quitarla de ahí y buscar un sitio más adecuado para colocarla. Nada más hacerlo empezaron a surgir voces muy ofendidas, a las cuales les parecía una vergüenza que se hubiera quitado, que eso no se había aprobado en asamblea general, que los que la habían quitado no eran quieres para hacerlo, y demás tonterías, y digo tonterías porque no puedes estar llevando cualquier tema a la asamblea, yo pensaba que estas eran para debatir qué cosas hay que mejorar y cómo se podía hacer, no para ver si se ponían o se quitaban pancartas, y también digo tonterías porque tampoco nadie votó que eso se pusiera allí, y sobretodo digo tonterías, porque fueron los mismos que la pusieron los que la quitaron.

Lo peor del tercer problema eran los causantes. A ese tipo de personas los considero rojos de boquita, porque siempre repiten las mismas proclamas y porque todo lo que dicen se fundamenta en las típicas ideas básicas pero no son capaces de llegar más allá en sus racionamientos. Eran fácilmente reconocibles, los había que iban a las asambleas y empezaban a poner pegas a todo, muchas veces se unían a los grupos de debate y no exponían, ellos imponían y se olvidaban de uno de los pilares del 15M, y es que se trata de un movimiento integrador en el que había que escuchar los puntos de vista de todos y llegar a puntos en común. Otros se pasaban el día allí, acampaban, se sentaban en unos sillones, comían, tocaban los bongos, volvían a comer, tomaban el sol, danzaban por las asambleas, y se ponían a cantar por la noche a altas horas. Y otros creaban grupos de trabajo tan apasionantes como el huerto urbano (4 macetas con tomateras), el grupo para hacer canciones, grupos de meditación y demás historias. Este grupo, a pesar de no ser el más numeroso, eran los que más llamaban la atención, porque al llegar a la plaza te encontrabas con un grupo ruidoso tocando la guitarra o pintando florecillas, ocultando los otros 5 grupos más discretos, que estaban organizando asambleas, grupos de debate o propuestas.

Este grupo estaba consiguiendo lo que no logró la derechona mediática de este país, estaban desprestigiando y distorsionando algo que era grande, algo que era bueno, y estaban consiguiendo apartar a muchas personas de todo aquello.
Porque se ponían medios para solucionar los dos primeros problemas, poco a poco se aprendía de los errores, pero el tercero se estaba convirtiendo en algo imparable, y no sólo en mi ciudad, gente con la que hablaba en Madrid me decían que estos grupos estaban apropiándose de la plaza, que creaban asambleas hasta para debatir si en un cartel de publicidad debería aparecer "ellos y ellas", o gente de otras ciudades que me contaban que creaban asambleas de 1200 personas y pretendían que sólo se aprobara aquello que tuviera el apoyo de todos, y que generalmente este grupo de personas acababa torpedeando casi todas las propuestas.

Este problema empezó a ser utilizado como arma contra el movimiento. Los medios de comunicación empezaron a centrarse en los que llamaban la atención de este modo, consiguiendo que muchas personas que estaban con el movimiento se acabaran por desentender de él o que los escépticos se hicieran una idea equivocada de lo que era eso, haciendo que este grupo se fuera adueñando poco a poco de los grupo de trabajo. Pero a pesar de esto, yo seguí asistiendo un tiempo más. Porque todavía quedaba gente seria allí metida, que se esforzaban y que trabajaban por conseguir resultados, o eso pensaba yo. Aquí es cuando me di cuenta del cuarto de los problemas (al menos para mí lo supuso).

Era un problema realmente extraño de explicar, porque en este caso los causantes eran personas con experiencia en movimientos sociales, conocedores de cómo funcionan estas cosas. Gente que era muy necesaria, porque ayudaban a agilizar el aprendizaje y a hacer las cosas mejor, pero que al mismo tiempo no integraban. Ellos hacían y deshacían a su antojo, participaban en los grupos de trabajo y conseguían enfocar a la gente hacia donde querían. Además cuando les preguntabas cosas te miraban por encima del hombro como si fueras un infiltrado, te sentías ignorado y acababan consiguiendo que te sintieras innecesario, que allí no aportabas nada. La verdad es que en mi caso no había muchas personas que actuaran así, pero sí las suficientes como para que acabara sintiendo que aquello no iba conmigo, que no era parte de eso y que no tenía nada que aportar, por lo que finalmente terminé por no ir más, por verlo desde la distancia y esperar que todo esto sólo fueran imaginaciones mías, pero un año después tengo la sensación que el único cambio que ha habido ha sido a peor.

Soy consciente de todos los logros que se han conseguido, sobretodo en las pequeñas asambleas que han seguido trabajando de verdad este último año, también sé que han surgido algunas protestas, pero también sé que todo son minucias, las cosas están peor que hace un año y que siguen sin desarrollarse esos primeros puntos comunes que hace un año nos sacaran a todos a la calle. Porque no vale con saber qué nos une, es necesario empezar a dar alternativas, pero lo es aun más saber cómo conseguir que estas alternativas lleguen a buen puerto, y por desgracia este punto sigue sin cambiar, y a medida que pasa el tiempo veo más difícil que esa situación mejore.

También soy consciente de la importancia del 15M, sigo estando de acuerdo con sus reivindicaciones, con sus fundamentos, pero no comparto el modo con el que de a llevado a cabo. No pretendo con esto convencer a nadie de que esta es la realidad, como ya he dicho al principio esta es mi realidad. Tampoco pretendo dar motivos para atacar al movimiento, porque tampoco conozco cómo se ha desarrollado en todos los lugares, y soy consciente de que lo mostrado por los medios de comunicación suele estar distorsionado. Pero esta es mi realidad, y por desgracia la de muchos otros que se han acabado rindiendo. Y también sé que es la realidad de muchos otros que no han tirado la toalla y siguen intentando mejorar las cosas y hacerlas funcionar, y espero que lo consigan, aunque creo que lo van a tener difícil.

Para terminar decir que espero equivocarme y que dentro de un tiempo diga, joder pues sí que al final todo esto ha conseguido solucionar las cosas, pero por desgracia creo que todo se va a quedar en una bonita experiencia para recordar y que no va a llegar más allá.

viernes, 4 de mayo de 2012

El opio del pueblo

Esta mañana estaba leyendo en un medio digital una noticia a cerca de la salida al mercado de un nuevo dispositivo electrónico. En esta se detallaban sus principales características y novedades respecto a la versión anterior del mismo. Cuando he terminado de leer la noticia he pasado a leer los comentarios. La gran mayoría eran de carácter político, y decían cosas como que más nos valdría preocuparnos por la crisis, que no hay dinero para pagar esos aparatos, que es una vergüenza hablar de temas tan banales habiendo problemas mucho más importantes...

Ayer leí un artículo en otro medio digital a cerca de Los Vengadores, en este se comentaba su éxito, la gran afluencia de público y todo lo que ha recaudado por todo el mundo. También le eché un vistazo a los comentarios, nuevamente muchos tenían carácter político, diciendo que es una vergüenza ir a ver estos productos americanos que no aportan nada, que hay productos mucho más culturales, o con mensaje, que parece mentira que con la que está cayendo la gente se gaste esos dinerales en el cine...

La semana pasada, y a consecuencia de la sobredosis de fútbol, twitter y otras redes se llenaron de dos bandos, los que durante el partido comentaban alguna jugada o hacían alguna gracia, y los que se quejaban amargamente de la importancia que se le estaba dando, que no era mas que una distracción banal, que hay cosas más importantes de las que preocuparse y demás comentarios que seguro que más de uno leyó.

Y esto ocurre con casi cualquier hobby que os podáis imaginar, por lo visto todo lo que no sea quejarse y denunciar la situación penosa en la que vivimos debe ser defenestrado y criticado duramente. El problema es que muchos de estos críticos no se dan cuenta que incluso ellos tienen sus propias distracciones. Es más, están obligados a tenerlas, porque si se pasan 24 horas pensando en lo mal que están las cosas, en lo mal que está su situación y que esto no mejora, se acabarán volviendo locos, porque no nos engañemos, las distracciones son necesarias, necesitamos llevarnos alguna alegría de vez en cuando, desconectar de lo que nos rodea. Creo que va siendo hora de saber diferenciar entre fanáticos y lo que es una simple distracción.

Puedes estar al día de cualquier aparato electrónico, conocerte sus funciones, incluso comprarte alguno que otro, es la elección de esa persona, y no es criticable. Puedes criticar siempre se compre la última novedad que sale al mercado, a pesar de tener un modelo anterior y aunque eso le suponga quitárselo de comer.
Puedes ir al cine a distraerte, a ver películas que te alejen de la realidad, dejarte un dinero entradas y comidas, si uno quiere hacerlo está en su derecho y no es criticable. Puedes criticar que se gaste su dinero en comprar todo el merchandising, que vea la misma película 18 veces seguidas en un cine o que compre todas las ediciones de la misma película en DVD aunque la única diferencia entre ellas sea la caja.
Puedes ver el fútbol para desconectar de todo y soltar adrenalina, comprarte una camiseta de tu equipo o ir a ver un partido, es la elección de esa persona y no es criticable. Puedes criticar que se compre cada temporada las 3 camisetas oficiales, que cuando pierda su equipo esté una semana deprimido, que si es necesario darse de hostia con el aficionado rival o que su vida gire entorno a su equipo.

Así que por favor, tener un poco más de miras, que todos tenemos algo que nos sirve de distracción, ya puede ser música, un libro, el cine, series, el fútbol, dar un paseo por el parque... Y ninguna de esas opciones es mejor que otra por el mero hecho de que unas sean más culturales que las demás, porque al fin y al cabo todas cumplen una misma función, ayudarnos a desconectar del mundo que nos rodea y evitar que nos volvamos locos con tanta preocupación.